(Mc 1, 36-39) Simón y sus compañeros salieron a buscarle; y, cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te buscan». Y les dijo: «Vayamos a otra parte, a
los pueblos vecinos, para que se predique también allí, pues para esto
he venido». Y pasó por toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a
los demonios.
Este Evangelio nos dice brevemente, casi sin decirlo, algo fundamental: a Jesús
le basta con que le busquen. No es que se tenga la mitad del camino
andado por buscarle, sino casi todo, por lo visto. A fin de cuentas, Él, por Dios, es infinito,
y nos pasaremos la eternidad buscándole, y hallándole, para descubrir, encantados, que hemos de
seguir buscándole, del deseo a la sorpresa y más, con el corazón a mil. Jesús
no puede ser más claro: "¿Todos me buscan? Bien, pues ya está: misión
cumplida. Vamos rápido a predicar a otro sitio, que para eso he venido, o sea, para
que me busquen". Y ese remate del narrador, casi con la lengua fuera, "pasó por toda Galilea" implica que no se entretenía mucho...
No como el sacerdote de la homilía de hoy, durante la cual he pensado, entre otras muchas cosas, esta entrada.
El Espíritu sopla como quiere.
ResponderEliminarEs muy curioso. He leído ese evangelio muchas veces, pero sólo en este año he advertido que a Jesús le basta con que le busquen. En otras ocasiones me llamaba la atención la no explotación del éxito: Aquí me quieren, de aquí me voy.
ResponderEliminarJilguero.
..Y yo que solo pienso en el agobio... todos me buscan, uffff.
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