Los enemigos son los que sólo te ven por el perfil tuerto, y me temo que los tengo, claro, aunque espero que sin hacer sangre, sólo por equilibrar.
También tengo amigos que no son joubertianos: me miran fijamente a los dos ojos, el bueno y el malo.
Luego estáis los joubertianos, que yo agradezco tanto, porque como el maestro: “Tengo el espíritu y el carácter frioleros; necesito la temperatura de la indulgencia más dulce”.
Y finalmente y para poner las cosas en su sitio está la inmensa mayoría, que no es que me mire de reojo ni que no me mire, es que no ve en absoluto, como es natural.
Lo que dice el artículo es exacto, lo digan tus amigos o, aunque dudo que existan, tus enemigos. Un abrazo.
ResponderEliminarLos enemigos son los que sólo te ven por el perfil tuerto, y me temo que los tengo, claro, aunque espero que sin hacer sangre, sólo por equilibrar.
ResponderEliminarTambién tengo amigos que no son joubertianos: me miran fijamente a los dos ojos, el bueno y el malo.
Luego estáis los joubertianos, que yo agradezco tanto, porque como el maestro: “Tengo el espíritu y el carácter frioleros; necesito la temperatura de la indulgencia más dulce”.
Y finalmente y para poner las cosas en su sitio está la inmensa mayoría, que no es que me mire de reojo ni que no me mire, es que no ve en absoluto, como es natural.
Contigo es fácil ser indulgente. Sale de forma natural.
ResponderEliminarNo sé si es un comentario indulgente, anónimo, o afiladamente epigramático. En el segundo caso, yo me lo he buscado. Muchas gracias.
ResponderEliminar