Una tormenta de ideas con algún rompimiento de gloria
A tu espléndido examen del credo dantesco sólo se me ocurre decir, aquello que leí en Unamuno y que dijo el centurión a Cristo: Señor, creo; ayuda a mi incredulidad.De estos tercetos me queda sólo (y no es poca cosa) el goce estético.
Corrijo: no era el centurión sino el padre del niño epiléptico.
Muchas gracias, querido Francisco. El goce estético no es una mala ayuda ni mucho menos para la fe de cualquiera. A mí que no me falte.
A tu espléndido examen del credo dantesco sólo se me ocurre decir, aquello que leí en Unamuno y que dijo el centurión a Cristo: Señor, creo; ayuda a mi incredulidad.
ResponderEliminarDe estos tercetos me queda sólo (y no es poca cosa) el goce estético.
Corrijo: no era el centurión sino el padre del niño epiléptico.
ResponderEliminarMuchas gracias, querido Francisco. El goce estético no es una mala ayuda ni mucho menos para la fe de cualquiera. A mí que no me falte.
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