Como el padre de Swann, que recordaba a su mujer continuamente, pero poco cada vez, yo con mi madre. Hace unas semanas, con esa sensación tan triste de llegar, derrengado, a un cuarto solitario de hotel, me entraron unas ganas tremendas, físicas, en la boca del estómago, de llamarla por teléfono. Ya había hablado con Leonor, por supuesto, pero, aunque mi mujer es un encanto, no cabe, con 44 años, dejar traslucir tímidamente la pena de un cuarto de hotel y que ella la entienda y no diga nada, pero me consuele. Con Leonor me toca el papel de curtido hombre de bolos que rueda bien por el mundo. Y ayer leyendo una reseña sobre el último libro de Arcadi Espada, que nombraba tangencialmente a un viejo conocido de la familia, qué ganas de contarle a mi madre todo, todo, todo, a ella que hubiese cogido la ironía y la gracia de la cuestión, y se hubiese desternillado conmigo.
Otra curiosidad en la que reparo ahora es que siempre echo de menos la oportunidad de contarle cosas. Lo que ella me diría de casi todo —advertencias, consejos, órdenes, enfoques y sugerencias— lo sé bien y lo tengo presente. La conozco como si me hubiera parido.
Qué bueno, Enrique. En realidad sabes que se lo cuentas todo, y además te escucha y además te responde. Un abrazo.
ResponderEliminarComo dice la copla (todo está en las coplas),
ResponderEliminarAmor de madre,
y lo demás es aire.
Muy de acuerdo con los sentimientos que aquí expresa EGM. En cambio, un pequeño detalle para la amiga del "zumo": perdí a mi padre en 1980 (mi madre aún vive). Y, con respecto al concepto que de él tengo, o a los sentimientos que me inspira, baste decir que, cuando tengo la impresión de estarme comportando como él lo haría, me digo a mí mismo: "lo estás haciendo bien". Que "lo demás sea aire" me parece, por tanto, una barbaridad. Lo que siento por mi padre, desde luego, no es "aire". Y la compadezco si de veras cree que por cualquier persona que no sea la propia madre no puede sentirse nada más que ese "aire". Paupérrima vida afectiva sería ésa. Claro que estoy convencido de que ni ella misma, en cuanto lo piense un poco, podrá asentir a lo que ha dicho.
ResponderEliminarNo tengo nada original que decir, pero quería agradecerte esta entrada y ese final. Un beso en la mano a todas las madres.
ResponderEliminarCoplas y vida afectiva, puntualizaciones democráticas desde la incapacidad de abstracción. Autor anónimo.
ResponderEliminarY pensando en el juego con el título del particular manchego: "Todo sobre mi madre". Qué insolencia, no? De las madres nunca se puede decir todo. Se pueden apuntar cosas, nada más... y nada menos. j
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