domingo, 28 de abril de 2013

Vozarrón


Siempre he sufrido sensu contrario el sentimiento de camaradería etílico de los hombres. Nada más llegar al colegio mayor, un nutrido grupo de mayores me sacaron de copas sólo a mí, privilegiado por razones que serían muy largas de detallar. Se trataba de un rito de admisión que consistía en beber como cosacos, cosa que hicieron ellos. A partir de aquella noche, me hicieron la vida medio imposible. Yo tengo un sentimiento de camaradería cafeínico, y ahí puedo resultar imbatible, pero con el alcohol, reverenciando la sacralidad del vino, más allá de la tercera copa tiendo a descartarme o es lo que me pide el cuerpo. Me entretengo en explicaciones para que entendáis lo divertido que está resultando mi catarro de garganta. Todavía no he pisado la feria del Puerto, porque están malos los niños y la madre. Yo, por fortuna, no tengo fiebre, pero los virus me han puesto un vozarrón agüardentoso que tira de espaldas. Todo el mundo deduce de inmediato que es el fruto de varias noches seguidas de juerga en la feria, por la graciosa coincidencia. Y lo que tiene gracia es el respeto, sí, sí, respeto, con el que me tratan. El cajero del supermercado ha llegado a guiñarme. El camarero del café me ha dado una respetuosa palmada en el hombro. Al amigo con el que había quedado para dar una vuelta el sábado por la feria y al que llamaba para borrarme del plan, nada más oírme la voz, me dijo, vibrante: "No me cuentes más, Leonor no te deja venir, ja, ja... No me extraña. Qué tío, ya podías haber avisado que ibas antes…" Esta solidaridad alcohólica de la que estoy excluido por destino y por voluntad, merecería un estudio más detenido. Ahora, gracias a mi garganta impostora, estoy disfrutando sus extraños y extendidos efectos benéficos, ¡y sin resaca!




4 comentarios:

  1. Anónimo1:01 p. m.

    Esla solidaridad de quienes comparten (o, en tu caso, creen compartir)una debilidad muy humana.
    Me recuerda esto el teorema de Thomas, del que nos hablaba cierto catedrático: Cuando se cree que una cosa es real, es real en sus consecuencias.
    Jilguero.

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  2. gatoflauta1:42 p. m.

    No sé si la diéresis de "agüardentoso" es cosa deliberada, para sugerir gráficamente el efecto de la voz, o si es sólo un sugestivo despiste. Supongo yo que, efectivamente, el agüa es más agua que el agua, y sobre todo más ardiente. Pero en fin, recuerde usté que es profesor, y aclare de algún modo sus intenciones, o puede despistar a algún alumno que le lea.

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  3. Anónimo2:21 p. m.

    He aquí un caso oculto de figuración y chiste secreto(piensen, piensen los más listos de la clase). Por otro lado, un hombre que nunca se ha emborrachado no es poco hombre, pero seguramente tenga menos salud mental que un hombre que sí hizo el tonto. Cuidado también con el café, don Enrique, que ayuda a crear cálculos en el riñón entre otros problemas. Se lo dice, por experiencia, un cafetero ya moderado que goza de un excelente estado de salud.

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  4. El tönto claro que lo he hecho, queridos amigos, como salta a la vista, a veces vino mediante y muchas más veces a palo seco. Les agradezco la lectura puntillosa y tan atinada. Abrazos.

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