Se diría que tengo abandonadísimo al Barbero del Rey de Suecia, pero no: lo tengo empleado de asistente en mis reseñas y artículos literarios, donde su corte es esencial, para mi gusto. Sin embargo, le echo de menos aquí. Le traigo forzando un poco las cosas, pues hoy trabaja de barbero de otro barbero, concretamente de Cristóbal Serra, que en Esfinges hizo un repaso magistral por los maestros del aforismo. Acaba con Carlos Edmundo de Ory:
Es propio de los cerdos pisotear perlas.
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Lo contrario de las
tinieblas es la Virgen María.
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Las caras limpias de las monjas.
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Swedemborg veía ángeles. Yo veo cosas.
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La luna es una obra maestra.
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Hegel no —¡Job!
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El delfín es el violín del mar.
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El barro es Barroco.
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Dios está en la sal y en el azúcar.
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¡Los árboles tan serios y tan sabios!
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Nuestros seres afines son serafines.
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El único "ismo" practicado individualmente por
el género humano es el egoísmo.
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Los árboles son las estatuas del viento.
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Mis muletas: el espanto y el humor.
Si esto les sabe a poco (lo que no sería un defecto, tratándose de aforismos) siempre nos quedará el espléndido soneto que ya les dije y que nunca está de más.
Muchas gracias. Me han gustado mucho los aforismos (Ory los llamaba "aerolitos") y también el soneto.
ResponderEliminarFíjese que yo soy rimófoba: me disgusta la poesía rimada, sobre todo en consonante -en asonante tampoco me va: sólo me gusta en disonante-. Pero el soneto de Ory (que, por cierto, cumple las leyes de la métrica y la rima pero al mismo tiempo se mofa y befa de ellas) me ha emocionado.
Preciosos, muchas gracias. Me encantan el barro y los serafines.
ResponderEliminarPero el antepenúltimo, no sé, no sé, el ego es tan estirable que hasta puede practicarse a dos, en familia, en comunidad autónoma o de vecinos, por países enteros, por géneros, por especies...
¡Nosotraísmo! Hay que patentar esa palabra.
ResponderEliminarMe temo que yo soy dado a buscarle las vueltas a algunas cosas, lo que, supongo, me convierte en un pésimo lector de aforismos. Por lo menos, de ciertos tipos de aforismo. Un ejemplo. El primero dice: "Es propio de los cerdos pisotear perlas". Mi demonio interior me llevaría a reescribirlo así: "Es propio de los cerdos pisotear perlas. (Por eso están tan buenos los jamones)".
ResponderEliminarNo se disculpe, anónimo, que lo del jamón y las perlas, no deja de ser una variación sabrosísima del Omnia in bonum!. No es tan pésimo lector, qué va.
ResponderEliminarEl último verso del soneto es intertextual: hace referencia no se
ResponderEliminarsi a un anuncio de coñac famoso en una época ("Veterano -o Soberano- tiene eso") o a una canción ("Tú tienes eso, eso, eso, que me tiene preso".... La gente de cierta edad lo reconocerá.