domingo, 9 de junio de 2013

Ayer era fastidio; hoy, alegría


Recuerdo bien, porque el fastidio tiene una memoria excelente, lo que me irritaban esos discursos sobre que Jesús no murió con 33 años y las explicaciones prolijas sobre las equivocaciones de Dionisio el Exiguo al fijar el calendario. Pero ayer las volvía a leer y, por sorpresa, me embargaba una gran alegría. Parece que es probable que Cristo naciese en el 7 a. C. y, por tanto, que no muriese hasta los 39 años. Mi amor a la tradición (los 33 años) ha cedido a mi amor a la vida: oh, siete, siete años más, con lo que son siete años y cuanto cabe en ellos, qué maravilla. Y esta felicidad de saber que tuvimos a Jesús más tiempo entre nosotros.


4 comentarios:

  1. Anónimo4:49 p. m.

    No me parece a mí cosa muy relevante que naciese un poco antes o un poco después. Reconozco, sin embargo, que la idea de que lo hiciera siete (o tres, o los que sean) años antes de Sí Mismo da para unas cuantas curiosas especulaciones, y no sólo aritméticas o cronológicas. Como lo de nuestras fechas redondas: el año 2000 (un suponer), que ocurre dos mil años después de... ¿qué, exactamente? Pero en fin, así es también la vida, un poco improvisada y chapucera.

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  2. Anónimo5:07 p. m.

    La encarnación del Hijo de Dios le supuso las limitaciones propias de lo humano; y, entre ellas, someter su vida a la imprecisión propia de los historiadores.
    Jilguero.

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  3. Anónimo8:43 a. m.

    Yo creo que lo de los 33 años no tiene remedio, Enrique. A partir de los 30 años se le podía considerar maestros al judío destinado a ello, y siempre se ha considerado que a partir de esa edad justamente empezase a predicar como tal, sin esperar.
    Pero consuélate: si con los tres años hizo lo que hizo, imagina lo que vivió en los otros treinta! Da vértigo. J

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  4. Carver abunda en la misma idea en su poema "Propina":

    No hay otra palabra posible. Pues eso es lo que fue. Una propina.
    Una propina, estos diez años pasados.
    Vivo, sobrio, trabajando, amando y
    siendo amado por una buena mujer. Hace once
    años le dijeron que tenía seis meses de vida
    si seguía como hasta entonces. Y que no iría
    a parte alguna sino al fondo. De modo que cambió
    su modo de vivir. ¡Dejó de beber! ¿Y lo demás?
    Después de eso todo fue una propina, cada uno de los minutos,
    hasta ahora, incluyendo cuando le dijeron eso;
    bueno, algunas cosas se vinieron abajo y
    algo creció en su cabeza: "No lloréis por mí"
    -les dijo a sus amigos-. "Soy un hombre de suerte.
    He vivido diez años más de los que yo o cualquiera
    esperaba. Pura propina. Y no lo olvido".

    Dos hermosas celebraciones de la vida el poema y la entrada del blog.

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