miércoles, 12 de junio de 2013
Tiempo
"Disponemos de algunos segundos para convertirnos en ángeles o demonios, no más", leo en Las ruinas del cielo, de Bobin (Sibirana, 2012); y corro... a pedirle un lápiz al camarero del bar donde estoy tomándome un cortado. Para hacerle una paradójica cruz mnemotécnica a esa frase inolvidable. Me da un bolígrafo, ay. Sin embargo, la frase (su aviso) merece la pena de la tinta.
Tras la cruz, cierro el libro y abro la cartera. Mientras espero en la barra, una señora (el bar está lleno de señoras que van y vuelven al y del mercado) pide su tostada a voz en grito. El camarero se revuelve: "No hay prisa, ¿no?" La señora se achanta: "No, no, ninguna... ¿Será por tiempo? Tiempo hay siempre, hasta para morirse..." Pero no se queda satisfecha y añade: "... y hasta para resucitar".
Cuando recojo mi vuelta, ya yéndome, me paro un segundo y le digo, todavía impresionado por la confluencia con Bobin: "Qué bonito lo que ha dicho". Ella me mira extrañada, me pide con los ojos abiertos y la boca abierta una explicación. Le subrayo su hermosa coletilla, media verónica alegre a la muerte, que no interrumpe nada. Ve lo que ha dicho, se ilumina, me sonríe, se siente halagada, y más después del corte del camarero y por el único hombre de la concurrencia, medio joven, tan leído, con esos libros bajo el brazo, y delante de todas las comadres del barrio, que no pierden comba de la escena. Involuntariamente, hace el gesto pizpireto de tocarse el pelo, ahuecando la mano. Y ha resucitado su adolescencia.
Felicidades a Enrique pequeño con retraso.
ResponderEliminarQué buenas dos últimas entradas y qué buena la cita de Chateaubriand.
¡Redondo!
ResponderEliminarGracias a ambos. Y qué alegría verte por aquí, Corina. Me tenías preocupadísimo con tanto Juan Gelman.
ResponderEliminar" Involuntariamente, hace el gesto pizpireto de tocarse el pelo, ahuecando la mano. Y ha resucitado su adolescencia."
ResponderEliminarLo que llevas por dentro ¡qué grande!.
Así se empieza en el camino de la santidad, Enrique, resucitando adolescencias. Qué bien.
ResponderEliminarCon retraso pero... ¡me ha encantado!
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