lunes, 8 de julio de 2013

Mujer, JARDÍN, poema


Nada más llegar de Almagro nos pusimos los niños y yo a regar las plantas, que estaban aplastadas por la ola de levante y calor. Después de ver tantas encinas y alcornoques maravillosos, qué menos que acordarse del pequeño quejigo que nos esperaba aquí, desvalido. Le quité a los niños los zapatos y yo, además, me arremangué los pantalones y nos pusimos a regar y a regarnos. "Carmen" es mujer, jardín, poema; y en el jardín, por tanto, Carmen se encuentra en su elemento, puesto que, como afirma el griego en el Cratilo, el nombre es arquetipo de la cosa, etc. Enrique riega con una seriedad profesional que me hace una gracia a duras penas reprimible. Como les expliqué la sed que tenían las plantas, Carmen me preguntó por qué no nos daban las gracias por el agua. "¡Pero si lo hacen! Con sus flores nos dan las gracias", le repliqué. Y parecerá que aquí esta vez lo poético fue cosa mía. Ni mucho menos, porque los dos —un brillo en los ojos— comprendieron. 




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