Educación personalizada (homenaje)
"Carmen, para, espera".
"Enrique, corre, ¡venga!"
Eso digo, grito, volviéndome a un lado y a otro, continuamente.
Y, de pronto, la certeza de que si mil hijos tuviera, como dijo Shakespeare, habría mil órdenes distintas que darles, una para cada uno. Qué admiración entreverada de nostalgia por mis amigos con ocho hijos, teniendo ellos que desplegar tanta variedad pedagógica: ocho sistemas en el aire, cambiando además con la edad, malabaristas de la buena educación.
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