Ah, es eso
De siempre le he dado poquísima importancia a equivocarme. Pensé que era la costumbre, que todo lo allana. Y de paso veía que así dejaba que los amigos tuviesen la honda caridad de corregirme. Pero leyendo a Dante, he caído —tan alto como en el canto XXVIII— a otra categoría: reírse de uno mismo es salvífico.
Y a mí que lo que me gusta es el Purgatorio... "libertà va cercando, ch'è sì cara".
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