Gran ventaja la de que los amigos me manden advertencias y vetos a la costumbre de colgar fotos de mis hijos aquí. Tendré que hacer sus retratos a vuela pluma, a santa tecla:
Le comento a Carmen que los ojos más bonitos de la casa son los suyos. Después los de mamá. Sí. Después los de Enrique... Dice: "Es que los tuyos no te los ves". Oh, le digo, con mis ojos —seguramente— brillando. ¡Y eso sin leer a Antonio Machado!
Quique abre la boca como un lobo para comerse una croqueta. Su madre la ha soplado como un ninfa una flauta travesera, pero Quique empieza a gritar: "¡Quema, quema, quema!", y toda la mesa (abuelo, tía, nosotros) da un respingo escaldado: "ay, ay, ay, ay". Y va y suelta, riéndose a mandíbula batiente, puro Gilberto: "No quema, nooo". ¿Nos ha dado un quéo el mocoso, con dos años? Tiene toda la pinta, pero incluso aunque no, aunque realmente pensara que quemaba, si luego se reía tanto de su propio susto infundado, también sería una muestra gorda de sentido del humor, y más fina todavía, argumento.
A veces, unas cuantas palabras valen más que mil imágenes. A las pruebas, la entrada, me remito.
ResponderEliminarJilguero.
Me encantan estos retratos familiares
ResponderEliminarGracias¡