lunes, 20 de enero de 2014

¡Viva, viva el Chigüi!


Con la bandera romaní (azul y verde y la rueda) en la cubierta, publica su libro de poemas, resumen de una larga vida, Salvador Cortés Núñez, titulado Alma gitana, y firmado: "Yo, el Chigüi, amigo del Perejil". "Chigüi", por cierto, es mote que debe a su estatura juncal. Como es patilargo le llamaban el "Cigüeña". 

Sin abrir el libro, una primera emoción: la autodefinición del Chigüi. Saboreando el famoso haiku de Shiki:
¿Mi biografía? 
—Le gustaba aquel haiku, 
el de los caquis
comentábamos que lo poético era resumirse tanto. Eso mismo hace el Chigüi, si se fijan. Si Shiki se condensa en una experiencia estética, el gitano portuense lo hace en una amistad. A mí, que todavía no sé quién soy (con esa exactitud), me estremecen ambas. 

Luego en el libro había destellos de la musa popular:


En la orilla de la mar 
jugaban dos niñas solas: 
son las niñas de mis ojos 
llorando por ver la aurora.
*** 
 Comprensión antes que amor. 
[…] 
Sólo pido comprensión, 
lo demás viene detrás. 
Detrás de la tarde viene 
la noche con su cantar.
*** 
 En la ribera del Puerto 
un civil que me miraba, 
miréme yo para adentro 
hasta penita me daba. 

               

Y huellas de Federico García Lorca, de tan cercanas, bien graciosas: 


Reinaba en Roma San Pedro 
y en Jerez San Luis Gonzaga. 
[…] 
Ella con su moño alto, 
él con su pompa blanca, 
canta por verse moreno  
sin ser morena su fama, 
soldado grande de César 
teniendo cobriza el habla, 
la cintura bizantina 
y púnica la mirada. 
Diego Medrano Montoya, 
gitano de voz quebrada, 
por la torre de su pelo 
resbala la madrugada 
llena de gallos cantores 
y lunas de rica plata. 
Viene a la Ciudad Eterna 
para que al son de campanas, 
todo la gitana fiesta 
le nombre su patriarca. 
[…] 
Diego Medrano Montoya, 
¿qué quieres para tu casa? 
Que me den para la feria 
mi sombrero de ala ancha, 
mi bastoncillo de junco 
y  mi camisita blanca. 
Una corbata de seda 
y mi chaleco de rayas, 
un clavel rojo de sangre 
y mi medallón de plata. 
[…] 
Tres ruiseñores floridos 
jugaban con la mañana.


Pero lo que más me gustó con diferencia, lo que me ha hecho traer aquí el libro Alma gitana, es este poema titulado "Vanidad"

Yo no quiero monumentos. 
Que griten mi nombre al viento;  
a los puntos cardinales 
que griten con frenesí; 
viva, viva el Chigüi  
amigo del Perejil.

3 comentarios:

  1. Gracias poeta, por difundir el libro de "El Chigüi", le hará muchísima ilusión.
    En su nombre, el más profundo agradecimiento. Gonzalo

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  2. alberto boutellier12:32 p. m.

    Me uno al agradecimiento de Gonzalo por colaborar, con esta entrada, a conocer algo más de este irrepetible ejemplar humano.

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  3. Yo El Chigüi amigo del Peregil7:03 p. m.

    Sr. Máiquez, yo maniqueando en mi maniquea mente, he llegado a la conclusión, de que tú si que eres poeta: Observador, sensible, oh,oh, oh...nada de eso.
    Eres buena gente, capaz de componer lo bello, donde solo hay un atisbo de ello y otros no han sido capaces de descubrir.
    Tu opinión para mí es maná que me obliga.
    Gracias y un abrazo

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