lunes, 3 de marzo de 2014
Olor a yedra fresca
Qué pena la sinestesia, que no se pueda oler la prosa. Os pondré al menos en circunstancias y ya vosotros evocáis solos la sensación. Misa de 10: 30. Quique entra y sale al patio de los jesuitas, muy entretenido en meter hojas en la fuente friísima de la esquina. A la hora de comulgar muy serio se viene a mi lado de mi mano. Y vuelve con su andar ceremonioso. Ya en nuestro sitio, me suelta y se va trotando de nuevo al patio. Yo me llevo entonces las manos a la cara, extendidas y juntas sobre mi nariz, en gesto de oración que visto desde fuera ha de aparecer un tanto beato... ¡Y tanto: beatus ille: me llega un intenso y leve, feliz y mojado, verdísimo, con algo amargo y casi con burbujas como una tónica, un punzante olor a yedra fresca! De la mano de Quique se ha venido a mi mano. Y rezo, por fin, emocionado, beato por partida doble: así quisiera yo dejar en los demás un olor a Cristo, tras mi roce de ahora —casi, ay, jugando, distraído, sin duda— con Él!
Qué hermoso, Enrique, el momento y esa descripción sensorial, o espiritual. Con un sommelier así no hace falta el vino.
ResponderEliminarprecioso....
ResponderEliminarde otra "beata" ;)
Cuando es el momento?
cuando llamas a mi puerta?
Sin saber de ti te conozco,
Sin hablar te escucho.
En el silencio de tu mirada
entiendo lecciones de amor magistral.
Ritmo acelerado de un corazón vibrante.
Impulsos que la razón no alcanza a comprender
Por ti salgo a lo desconocido sin miedos.
Camino, encuentro, miradas, complice de ilusiones.
Miro hacia atrás, tanto recorrido, tanto que nos queda.
De dos son momentos
De dos una vida.
De dos una eternidad.
Me quieres siempre
te quiero para siempre.
Vidas que se cruzan cuando menos te lo esperas.
Regalo que da la Vida
te sorprende, te saca tu mejor sonrisa.
Gracias por estar, gracias por encontrarte.
Próxima encíclica del Papa: "El Pastor debe oler a yerba fresca".
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