viernes, 27 de junio de 2014
Y sin leer a Hernández
Señalo a mis hijos la pegatina grande de un toro bravo que lleva el coche de delante en la puerta de su maletero. Carmen comenta: "Los cuernos son de luna". Ea. Ahí queda eso. Y sin leer ni a Federico García Lorca ni a Miguel Hernández ni a Rafael Morales.
Y yo, ay, que los llevaba al cole quejoso de que la vida no me deja preparar mi conferencia sobre "La ansiedad de las influencias", ahí tenía un ejemplo perfecto y precioso para una de las ideas madres: las confluencias, el hecho de que todos somos discípulos de la realidad, incluso en las metáforas —luna, noche, muerte, misterio, toro bravo— con un resonar más hondo de tradición.
"Gracias, Carmen". "¿Por qué, papá?"
Cuando nacieron mis hijas, yo no sabía ninguna nana. Sólo las de la Cebolla, de Miguel Hernández cantadas por Serrat. Éstas sí las sabía de memoria, pues las memoricé a base de oír mil veces, de joven, aquel LP. Así que se las cantaba a mis hijas todas las noches. Y se dormían. Cuando muchos años después las leyeron en clase de literatura se quedaron boquiabiertas, pues habían sido la banda sonora de su infancia. (Desperté de ser niño. Nunca despiertes... Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma.)
ResponderEliminarA una sobrima le preguntaron qué era el sombrero que aparece al inicio de "El principito"; y contestó: es un elefante que se ha tragado algo muy gordo.
ResponderEliminarRespecto de Carmen ¿leería aquello de "el mentido robador de Europa, media luna las armas de su frente"?
Jilguero.
Corrijo mi anterior comentario: donde puse elefante debí poner serpiente.
ResponderEliminarJilguero.