De tanto como corro últimamente, hasta llego pronto. Así que me senté en el parque a hacer tiempo, leyendo, por fin, un poco. O intentándolo. Me cautivó enseguida la conversación del banco de al lado. Eran personas mayores, uno con un andador, una con unas muletas, casi todos con zapatillas. Primero, me gustó ese tono de la conversación como de pelar la pava a la antigua, con bromas y salidas airosas y enfados fingidos o verdaderos. Al rato me di cuenta de otro detalle que ya me cautivó por completo. Hablaban de ir o de haber ido a otras zonas del Puerto, distantes diez minutos a buen paso, como de audaces incursiones, casi como de aventuras, prácticamente como viajes. Me resultó fascinante. Acabé pensando que no había llegado pronto de ninguna manera, sino a la hora exacta, al lugar preciso, a la conversación preciosa.
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