Ya no
Se baja Enrique muy serio del autobús y me informa: "Ha sido el peor día de mi vida". Vaya por Dios. Resulta que la encargada de ruta le ha quitado el abriguito. Me reprimo la risa, porque ese "peor día de mi vida" en alguien que no levanta dos palmos del suelo tiene su arte.
Por la tarde, salgo a Jerez, a la presentación de Antonio Moreno. Me asomo al baño, donde está retozando entre patitos de goma, y me despido: "Adiós, me voy. Ánimo con el peor día de tu vida". "¡Ya no!", me dice. Me reprimo la emoción, porque eso le deseo, peores días de su vida como éste, cortito e interrupto.
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