Ayer, en la última sesión del cursillo pre-matrimonial, advertimos a los promessi sposi de dos de los peores peligros teóricos del matrimonio, la leyenda áurea del noviazgo y la leyenda rosa del divorcio. "Cada casado es un castillo, un castillo cercado, qué aventura", fue el resumen.
Y yo lo pasé bien, porque me gusta la teoría, pero sentía el tirón de la práctica, de contar pequeños detalles diarios de Leonor y míos o incluso glosarles estos dos versos de Enrique Baltanás, tan hondos:
La raíz de la vida es el amor.
Por eso es tan oscuro y escondido.Pero hice un esfuerzo, y me salí del programa.
Por si les vale, copiopego este poema de Saiz de Marco extraído de nuestro blog ZdeP:
ResponderEliminarSi nuestro amor resiste
el asedio del cazo,
la agresión de la mopa,
el roce de eso ya lo habías dicho,
la erosión de me duele la espalda,
el acoso del tubo de dentífrico,
el envite de la tapa del váter,
el asalto de la factura del gas,
el desafío de la ropa tendida…,
si nuestro amor resiste todo eso,
si nuestro amor aguanta y sobrevive y
-aunque maltrecho- aún puede respirar,
entonces lo miraremos
sorprendidos,
extrañados,
y le diremos
“explícanos:
¿cómo has logrado tú solo
-con tus pequeños músculos desprovistos de acero-
imponerte a esa banda de
salteadores de caminos?”.
¡Qué buenos versos de Baltanás! ¿En qué libro/poema brillan?
ResponderEliminarReciente y excelente Las propiedades del aire
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