viernes, 19 de febrero de 2016

Abre los ojos



Veo más clara la mano de Dios guiando mi vida porque yo, con una frecuencia que os dejaría pasmados, he soltado el volante. Me he dejado caer. De espaldas. Y siempre me ha recogido y me ha traído a casa, adonde mejor estoy. 

Pero, de pronto, he dado en dudar si esa irresponsabilidad constitutiva y providencialista mía no será una taimada y desconocida desconfianza en la omnipotencia de Dios. Algo así como "yo me quito de en medio para que ya hagas Tú mi vida". Como si mi voluntad o una mínima planificación por mi parte fuesen a interferir en sus planes. 

Hasta ahora he presumido de fe por ir por mi biografía con los ojos cerrados. Pero lo propio de la fe es tenerlos bien abiertos.




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