Las bromas con los nombres suelen ser de mal gusto, pero sospecho que a León Molina (Cuba, 1959) no ha de importarle mucho cuando cultiva ese espléndido perfil leonino de sus fotos:
Y que trae a la memoria a otro león, Bloy. Por otra parte, nos permite un chiste que esconde una verdad: es un rey de la selva de lianas del aforismo. De su libro Mapa de ningún sitio (Siltolá, 2015) no he podido dejar de seleccionar estos rugidos:
Cualquier deseo es, al menos, dos; el de escapar y otro.
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Qué pena dan esos a los que les gusta dar pena.
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Quien encara la vida como un problema se tendrá que conformar con soluciones.
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Las personas que son una autoridad en su materia, si son tontos, son mucho más tontos.
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La originalidad es una máquina de triturar poetas.
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Al que no lleva razón le queda un recurso: pedir una votación.
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Para ser prudente hay que ser valiente.
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Las mujeres alcanzan su mayor atractivo cuando empiezan a perder su máxima belleza.
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Los que se denominan religiosos no practicantes quieren pagar el perdón en B.
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Con la prisa todo camino es un túnel.
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La vida es como aquellos laberintos de cristal de las ferias antiguas; un camino escondido en la transparencia.
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Alegría y felicidad. Física y metafísica.
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La tristeza es un pozo. La melancolía una acequia.
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La tolerancia displicente es la intolerancia de la gente fina.
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La belleza y la verdad son pareja. Y como todas las parejas tienen sus épocas mejores y sus épocas peores.
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El desconocimiento de la propia ignorancia no exime de su cumplimiento.
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Una sospecha: a partir de cierto grado de complejidad del discurso, el pensamiento se desvincula de su objeto.
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Si no pierdes el tiempo, ¿cómo quieres encontrarlo?
Aunque no todo es rugir, porque ¿qué me cuentan de estas delicadezas?
¡Qué bellos rayos y qué sonoros truenos! Mucha inteligencia hay en esa tormenta. Bss
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