Post-its
Carmen vino a la orilla de mi mesa y puso este amoroso post-it en la esquina de mi ordenador.
Mejoró muchísimo mi mañana de trabajo. Se lo celebré tanto que por la tarde Quique vino también con otro post-it. "Qué sorpresa, Quique. Qué tiernos corazones".
Los miró otra vez, pegados junto a los de su hermana. "No, no son corazones", dijo, muy serio. "Ah, no. ¿Y qué son?" "Pezuñas, huellas de pezuñas: de vaca, de cabrita, de conejo, de cochino...", me explicaba, pedagógico.
En tu casa los post-it son de una medicina...
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