La vuelta como un calcetín
Un clásico es el escritor, sobre todo, el poeta que se pregunta si mereció la pena su vocación. Yo ya jamás me haré ese pregunta, porque me bastará releer la delicia que me ofrece un amigo:
Vale la pena haber sido escritor (con todas sus servidumbres aparejadas y miserias) por esa sonrisa. Que, como quien no quiere la cosa, hace dos cosas contradictorias a la vez. Entiende profundamente mi aforismo y me lo vuelve al revés como un calcetín. Yo pretendía escribir una crítica a la excentricidad y ha resultado una defensa y un homenaje. Me gusta más ahora.
¡Excelente! ¡Qué bueno ser buen escritor! Me gustaría...
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