martes, 28 de febrero de 2017

Feliz, fuerte y formal


Seguimos cantando nuestro himno. Hoy, en el coche, lo canturreaba Enrique y yo le dije que era una pena que él no pudiese aplicarse el estribillo, pues es fuerte y formal, pero nada feo. Propuse: "guapo, fuerte y formal", pero Carmen, rauda, propuso "feliz, fuerte y formal".

Se lo he aplaudido mucho. Carmen ha mantenido, por puro instinto, la aliteración. La aliteración es una rima abstracta, digamos, que transmite la misma sensación de inevitabilidad, que es de lo que se trata. Las efes encadenan la triada. La funden en el fondo de la fragua de la forma.

Quique no estaba del todo conforme y ha defendido su derecho a ser "feo". ¿Por qué?, me preguntaba. No puede ser porque sea lo que conecta, además de la rima, el lema de Loquillo con el marqués de Bradomín: feo, católico y sentimental. Es lo que lo conecta, en efecto, pero Quique eso no puede saberlo.

Yo creo que es porque la triada pide un componente negativo que destaque lo que tiene de reacción y de ir a contracorriente. El instinto épico de Quique detecta ese componente bélico. Pero hoy en día declararse "feliz" o "formal" o, incluso, "fuerte" tiene pólvora bastante. No te precupes, Quique, feliz, fuerte y formal, hijo mío.


3 comentarios:

  1. Yo estoy con Enrique. Feo (para el mundo), fuerte y formal.

    También es mi himno, y cada vez más el verso principal es el de "para qué discutir (con un mundo que no atiende a razones) si puedes pelear"

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  2. Anónimo9:36 p. m.

    No conozco la canción de marras. Pero esa incitación a sustituir la discusión por la pelea, y más en un país tan cainita como éste, me da pésima espina. No, señor: de la discusión saldrá o no la luz, como quiere el dicho, pero lo obvio es que, como ya recordara Machado, "no pueden las ideas brotar de los puños". Y eso, sin contar con que tantas veces los promotores de las "peleas" lo hacen no para arriesgarse ellos, sino a otros. Lúcidamente, Jovellanos ya advirtió que "Admiro a quien defiende la verdad y se sacrifica por sus ideas, pero no a quienes sacrifican a otros por sus ideas". Cuidado con los "himnos", pues.

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  3. Llego tarde, pero me he acordado de uno de los poetas de mi infancia, con el que la mayoría de lo niños colombianos crecimos: Rafael Pombo. Casi todos, por lo menos hasta cierta generación, alguna vez recitamos "La pobre viejecita", "El renacuajo paseador", o alguno de sus "cuentos pintados".
    Me acordé de uno de los versos de su "Modelo Alfabético", en el que insta al lector a ser "franco, fiel, firme y formal". Carlos Vives lo convirtió en himno hace un par de años. Te gustará, creo, a pesar de que en la Q el Quijote no sale bien librado.

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