Subordinadas
Mi querencia es escribir con múltiples subordinadas, lo que complica la vida del amable lector. Cuando me lo hicieron notar, mi primer movimiento fue la defensa personal: las subordinadas siguen el hilo, tantas veces enmarañado, del pensamiento; y eso reconociendo que dificultan la lectura o, al menos, la llevan en vilo. Luego lo pensé mejor. Prescindir de las subordinadas tiene otra ventaja, además de la claridad. El lector siente que las conexiones del argumento las hace él. La lectura se hace más activa. Lo que aumenta, paradójicamente, el poder de convicción de una prosa.
Creo que el lector tiene derecho a tragar aire: a respirar (con los pulmones y con la mente) entre oración y oración. Si hay que elegir entre un "que" y un punto, mejor un punto.
ResponderEliminarYo también lo creo, aunque no lo practique. Además, llevo pensando toda la mañana, hay un miedo subconsciente a soltar de la mano al lector, a que se le vean las costuras al pensamiento. Pondré más puntos. Respirar es muy importante.
ResponderEliminarMuy cierto todo lo anterior. Pero a veces, excepcionalmente, resulta grata una prosa que al leerla se desliza como un río caudaloso.
ResponderEliminarO sea que ahora es mejor estilista Azorín, el rey de la página "aérea", que Montaigne, Pascal, Cervantes, Saint-Simon, Chateaubriand, Proust o Céline, por no poner más que algunos ejemplos de grandes utilizadores de subordinadas.
ResponderEliminarCuando un escritor tiene algo que decir no se preocupa de la "capacidad pulmonar" de sus lectores, sino de ajustar lo máximo posible su pensamiento a las palabras con las que lo expresa. Y cuanto más profundo y complejo sea su pensamiento, más subordinadas necesitará.
(Enrique, un comentario mío no ha aparecido en la página sobre Shakespeare de Trampolínk).
Muchas gracias a ambos, especialmente ahora que para el artículo de mañana me ha salido una frase río con muchos meandros, ay.
ResponderEliminarY voy a rebuscar qué puede haber pasado con ese comentario. Gracias.
ResponderEliminarEl rey absoluto, o más bien "el emperador" de las subordinadas, es Proust, que tiene frases que ocupan 2 o 3 páginas. Sería interesante
intentar "traducir" su prosa llena de sinuosidades, recodos y subordinadas de subordinadas, a la claridad del estilo azoriniano. ¿Sería legible?
Yo creo que no hay que confundir el estilo periodístico con el estilo literario. A propósito del primero, no sé qué célebre escritor francés
contaba que cuando, de joven, fue contratado para trabajar como periodista en un célebre periódico, el director le recibió el primer día para advertirle: "Quiero frases simples: un sujeto, un verbo, un complemento directo. Para los adverbios, venga usted a verme."