lunes, 13 de marzo de 2017

Cetrería


Como se dice de la novela, lo bueno del género de aforismos es que en él cabe de todo (lo que tiene un indudable sabor paradójico). Impresiones personales, consolaciones, notas diarísticas, bromas, bocetos pictóricos, opiniones discutibles, indiscutibles chispazos poéticos... De todo hay en Vilanos en el aire (Isla de Siltolá, Sevilla, 2017), de Antonio Rivero Taravillo. Entre las opiniones discutibles, ésta: "Escribir aforismos es una descortesía: priva al lector del placer de subrayar, en un texto mayor, las oraciones brillantes". Primero, porque elegir algunos aforismos, que resulta inevitable, ya es subrayar placenteramente y, después, porque cortésmente Rivero Taravillo escribe aforismos que el subrayante todavía puede afinar más. Entre estos que he subrayado, hay de los dos tipos. Le doy las gracias a su autor, que no me ha ahorrada ni un solo placer con su libro. 


Las palabras se las lleva el miento. 
* 
Habrá un día en que el único lector que quede estará firmando libros a sus autores, puestos en larguísima cola. 
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Lo malo, si pretencioso, pésimo. 
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Qué cerca están el embeleso y el embeleco. 
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Esa onomatopeya: cataclismo. 
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Hay libros que nos llevan tan, tan lejos, que son más que volúmenes velámenes. 
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Cuando alguien está muy pagado de sí mismo, suele ser con un cheque sin fondos. 
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Quien no se ríe de sí mismo con razón acabará riéndose sin motivo de los demás. 
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Quien es incapaz de autocrítica hace la peor crítica de sí mismo por otros medios. 
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¡Qué pobres, los pagados de sí mismos! 
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Cuando alguien te hace la pelota, una vez satisfecho, te dará la patada.

6 comentarios:

  1. Muchas gracias por sus escritos. Lo sigo. Y siempre aprendo y disfruto.

    Mis cordiales saludos.

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  2. El problema de los aforismos que se basan en juegos de palabras (y que quizás habría que llamar greguerías) es que son intraducibles.

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  3. Y cabría preguntarse si un aforismo intraducible es un buen aforismo.

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  4. Yo creo que sí. Quizá te venza, Pablo75, cierta deformación profesional. La traducibilidad o no es un problema posterior a la literatura, que es lenguaje, o sea, lengua propia. Soy muy partidario de las traducciones, pero no hay que poner el carro antes del caballo.

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  5. Llevo muchos años leyendo, escribiendo, traduciendo y antologizando aforismos (y coleccionando citas sobre ellos). Con la poesía es el género literario que más me interesa. Cuando dudo de un aforismo mío, lo traduzco al francés. E inmediatamente sus defectos (o sus calidades) se vuelven mucho más visibles. La mayoría de los que has seleccionado de Rivero Taravillo son intraducibles y el resto, para mí, mediocres (y no creo que ambas cosas sean casualidad).

    Es evidente que no todos los aforismos intraducibles son mediocres (muchas greguerías geniales de Ramón sólo se pueden comprender en
    español). Pero la regla funciona en general bastante bien. Por ejemplo, con los aforismos de Gómez Dávila, que son muy fáciles de traducir en francés (a veces incluso parecen pensados en esa lengua o traducidos de ella). O con los tuyos de "Palomas y serpientes".

    Claro que no siempre es fácil y a veces se puede preguntar uno incluso si merece la pena. "Escribir poesía sin métrica es como comer pipas sin cáscara", un aforismo muy claro para cualquier español, se convierte en algo bastante extraño para un francés: "Écrire de la poésie sans métrique c'est comme manger des graines de tournesol grillées et salées décortiquées."

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  6. Una de las características de todo buen aforismo es que no debe de ser discutible. Varios de Rivero Taravillo lo son, como por ejemplo el que citas en tu texto: "Escribir aforismos es una descortesía: priva al lector del placer de subrayar, en un texto mayor, las oraciones brillantes". Yo, que subrayo mucho (demasiado) leyendo, no me privo en absoluto de subrayar los libros de aforismos (aforismos enteros o una parte de ellos).

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