martes, 21 de marzo de 2017

Don Javier de Mora-Figueroa


Hace poco murió don Javier de Mora-Figueroa. Su artículo ya se lo escribe su primo, y qué bien. No hace demasiado que Leonor y yo pasamos un día inolvidable con él. Era rector de Torreciudad y, desde el campanario, con el pantano a los pies, sí me pareció por un momento un capitán de navío ("capitán de los vientos y de las golondrinas, / fuiste condecorado por un golpe de mar").



Pero el resto del día fue un abad aristocrático de la Edad Media. La foto de Torreciudad no deja lugar a dudas, pero lo era en todo. En el trato con los que nos cruzábamos y en su áspera hospitalidad delicadísima. El almuerzo con él fue un banquete: oh, esos enormes chuletones románicos, que tampoco puedo olvidar, y el vino de somontano. Leonor, que lo acababa de conocer, se hallaba en su elemento, y yo feliz de que alguien a quien mi mujer admiraba y apreciaba más y más por momentos fuese de la Obra y recordase con tanto cariño y tanto de mis padres y citase mi poesía de vez en cuando, además. Conoces a gente que se muere y piensas: "Estará en el Cielo"; con don Javier lo que piensas es "Qué contentos se habrán puesto en el Cielo". 




1 comentario:


  1. Sigo su bitácora y es estupenda. Conocí a don Javier hace muchos años- todavía no era sacerdote- en el Colegio Mayor Guadaira y me pareció una persona excepcional. Recuerdo una charla con él, breve pero que no he olvidado. Que la tierra le sea leve. Descanse en Paz.

    Saludos.

    José María García-Vellido.

    ResponderEliminar