El lema de la tarea de mis hijos es "Vit et bien". Por eso, qué alegría cuando Quique se bajó del autobús diciendo que ya la había hecho aprovechando el viaje. Tenía que escribir las figuras del ajedrez, así que aproveché y le hablé de los adjetivos de los sonetos de Borges, que son un prodigio pedagógico del arte de adjetivar. Quiso ponerlos para completar su trabajo. Yo no cabía en mí de gozo.
Tanto, que he tenido hasta mi reseca, para contrarrestar. La primera: como Quique no había escrito "caballo", porque se quedó sin línea y quizá porque "caballo" tiene mucha menos gracia que "knight", que jamás se le habría olvidado, perdimos la oportunidad del caligrama, que también habría sido didáctico:
......Caballo
...................l
...................i
...................g
...................e
...................r
...................o
La otra resaca ha sido que, por lo visto, la profesora no se ha quedado boquiabierta ante el prodigioso niño borgiano. Habrá pensado qué niño (qué padre) tan raro.
Aunque todo tiene remedio: pongo aquí el caligrama del caballo, ea, y le explico a Quique que la literatura tiene eso: es para pocos y el placer está en ver nosotros los adjetivos, no en que nos los aplaudan.
¡Pero si son unos adjetivos inmejorables, sean de quien sean!
ResponderEliminar