Hoy ha querido la casualidad que hable de escudos aquí y de apellidos allá, aunque sigo con la cabeza y el corazón en Ignacio Echeverría. Quizá por eso me ha emocionado leer a Ignacio Trujillo: Sobre campo de gules, monopatín de plata.
A mí lo de la medalla del mérito civil me parece muy poca cosa y demasiado ilustrada; y lo de la calle, vale. Ignacio Echeverría merece un título nobiliario. Hay precedentes de su exacta gesta en Vargas-Machuca (léase El Quijote) y en Sancho Fernández de Tejada (léase el Romance de la batalla de Clavijo).
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El homenaje de Nieto lo deja claro y lo entronca a la perfección:
El héroe del monopatín. Dios mío aún los hay.
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