viernes, 17 de noviembre de 2017

Aspa se aclimata


Todavía no he presentado en Rayos y truenos a Aspita, nuestra nueva protagonista, una perrita teckel de nombre Aspa, y de apellido De Borgoña, Aspa de Borgoña.



Ha venido de Madrid y venía muy urbanita. El jardín le daba repelús, pero se le ha pasado. Hoy los niños se han empeñado en llevarla a su clase de tenis, y allí hemos ido. Mientras ellos daban la clase, yo me he ido a tomar un café con la perrita. Generalmente uno aprovecha ese momento para leer, pero ha sido un desastre.

La gente me paraba para saludar a Aspa. Aspa se paraba porque todavía es muy pequeñita para andar demasiado. Cuando he llegado al bar, a la camarera le ha faltado sentarse conmigo de lo que le ha gustado la perra. Y me he tenido que quedar en la terraza, tomando el fresco. No estaba siendo la mejor tarde de lectura.

En esto han roto el aire los rasgueos de una guitarra y a lo lejos, con voces de arguandiente, han sonado los versos de un fandango. Se conoce que algún almuerzo estaba terminando tarde y bien. Aspa escuchaba aprobatoria, atenta, sin perder una nota, y yo le echo un mes más como máximo para ser una andaluza perfecta.




4 comentarios:

  1. Unir momentos en vez de usarlos para leer... Y al final Aspita se transforma en Pukka... Unas erratas si no freudianas al menos junguianas.

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  2. En materia perruna soy muy racista, y no me gustan los pequeños.

    En honor a su nombre haré una excepción con Aspa, y la tendré por un perro de verdad. 😉

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  3. Los teckel ignoran su tamaño y también se tienen a sí mismos por perros de verdad.

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