La perrita la ha tomado con el árbol de Navidad. Hasta medio metro, no ha dejado una bolita ni un adorno ni una cinta ni unas luces vivas. Ahora la ha emprendido con las ramas. El belén, sin embargo, no lo toca. Ayuda la altura, claro está, pero yo quiero ver un símbolo.
También la ha emprendido con la alfombra de la Real Fábrica, que le debe sonar (o saber) a excesivamente borbónica.
Nadie le pone a su perra Aspa impunemente, Aspa de Borgoña.
Jeje, Borbones lo son también los Borbón-Parma.
ResponderEliminarSí, sí, pero el Aspa de mi perra es más del Siglo de Oro y los Tercios, sin faltarle a nadie, pero comiéndose la alfombra, por si acaso.
ResponderEliminarPues Cari ya sabe como le va a pone a su perrito (en caso de que algún día llegue...):
ResponderEliminarA la llegada de Osuna.
Cari: Mamá, ya sé como le voy a llamar a nuestro perrito
Madre: ¿Como?
C: Aspa
Padre: ¡Pero si así se llama el perro de Quique y Carmen!
Cari: noooooo ... Aspa viento Pomar
Ea! otro Aspa para el futuro (que espero que no llegue :)) )
Ya sabes que las aspas son dos y cruzadas, me parece muy bien el nombre escogido por Cari. Ojalá llegue.
ResponderEliminarJa ja. Hace honor a su nombre.
ResponderEliminarEl año que viene no dará tregua a la parte alta del árbol...