sábado, 30 de diciembre de 2017

Oposiciones


Del funeral de don Francisco Querejeta me impresionaron los 17 sacerdotes que concelebraron. Era una muestra de la unidad de la Iglesia y de la trascendencia del ministerio. En los cantos, sobre todo, se percibía una virilidad ofrecida y una unidad en las voces que estremecía. La salida del féretro de la parroquia a hombros de varios sacerdotes fue impresionante.

Yo, en medio del clímax de emoción, tuve una sonrisa. Recordé que mi madre tenía la misma fe en la fuerza de la oración que don Francisco. Pero que, a diferencia de él, rezó muchísimo por mis oposiciones. Tenía claro el ordo caritatis y no hacía ascos a un enchufe, ni siquiera celestial, si era para su hijo.

Está claro que la iglesia doméstica también es imprescindible. Y no hago de menos por ello a don Francisco, sino que agradecía el doble modelo. D. Francisco, reflejo de la justicia divina. Mi madre, de la misericordia.

Saqué las oposiciones, eso sí, y con bastante ayuda divina, por cierto.


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