lunes, 26 de febrero de 2018

Leña mojada


Aunque me queda leña dentro de casa, salgo a la lluvia a por dos troncos. Busco la bofetada cariñosa del frío y el abrazo refrescante de la humedad, pero también el placer de echar madera mojada a la chimenea al rojo. Cuando está tan viva, la chimenea recibe la leña de la lluvia como yo el aire fresco, con una leve sorpresa y luego un silbido de gusto, un humo más blanco y un olor mejor, más limpio. Enseguida, el leño se seca y arde y en poco tiempo no queda del recuerdo de la humedad más que en una dulce nostalgia.




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