domingo, 25 de marzo de 2018

Más grande aún que mi vanidad


Vi por encima la carta que envía a Nuestro Tiempo la filósofa (y poeta) Marcela Duque. Me encontré mi nombre en negritas y exulté. Además, por la compañía, Alejandro Llano y Jaime Nubiola, ea, y por el motivo, dando sentido a tantas críticas de poesía y comentarios míos. Qué maravilla.

Pensé precipitarme y echarle una foto a mi párrafo y fardar en twitter.

Esperé a leer el artículo entero, domando mi hybris, y qué maravilla de texto en su aparente narratividad: cuánta distancia de los tiempos, cuánto justo activismo social, cuánto amor a la filosofía, cuánto a la poesía, qué hondura. Pero no me escuchen. Lean. Lean.



2 comentarios:

  1. El texto de Marcela Duque es una maravilla. Seguramente no hay hoy un español más terso y hermoso que el que se aprende, habla y escribe en Colombia. (Ahí lo compruebo, una vez más.) También para expresar eso, la entrega al estudio de la filosofía, en Washington, de que con sencilla y ordenada pulcritud escribe Marcela. (Entrega a lo que merece la pena pero no es ruidosamente “interesante”, como bien dice ella.) Gracias, don Enrique, por darlo a conocer desde su “blogg”. Y, si me permite el añadido, no me extraña nada el saludable orgullo por la mención.
    “Buona Pasqua!”

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  2. Qué bien leído, FJJ. Muchísimas gracias.

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