miércoles, 6 de junio de 2018

Pesadillas románticas


Hace mucho que no sueño con que tengo suspendida una asignatura de Derecho. El lunes tuve terribles pesadillas con que Leonor me dejaba. Y digo "terribles" a sabiendas. Cuando me desperté, tempranísimo, la vi haciendo las maletas.

Pero no me asusté, porque sabía que se iba tres días de viaje de trabajo. Me gustó haber interiorizado mi angustia de marido abandonado de una forma tan novelesca y dramática.

El mal cuerpo me duró todo el día.

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Tratando de manejar a los niños grito "¡Coño!" dos veces. Parezco Tejero dando un impotente golpe de Estado.

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Cuando hablamos por la noche por teléfono es una conversación de cansancios.

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Al mismo niño que anoche tuve que castigar porque no quería tomarse una coliflor rebozada, acabo de pillarlo en la cocina comiendo el pienso de la perra. ¿Esas cosas no pasan cuando Leonor está en casa?

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Me llaman continuamente. Ahora a Quique le ha entrado jabón en los ojos y pide perentoriamente una toalla. "¿No ves que no paras de pedir cosas, Quique?" "¡Cómo quieres que vea nada, papá, si me ha entrado jabón en los ojos!"

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En nuestro cuarto de baño estaba duchándose Carmen. Era para ganar tiempo. Pero tardaba mucho. Subí. Me la encontré con una fregona que parecía la pértiga de una góndola de Venecia, tratando de recoger las aguas que había derramado. Lloraba tanto que yo creo que subía el nivel de las aguas, las saladas, sus lágrimas, las más dulces. "La he liado, papá, la he liado". 

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Por fin los he sentado a ver una película de acuerdo a mi estado de ánimo: Capitán Blood.

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Vemos que Olivia de Havilland está a la vez enfadada y enamorada. Carmen dictamina: "Está enfamorada".

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Ahora, cuando ya los he acostado, y podría ponerme a leer, me toca, encima, llamar a Leonor. En condiciones normales, habríamos hablado mucho mientras comíamos, cenábamos, se bañaban los niños...

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Despertarse por la noche y poder encender la luz. Qué comodidad más triste. Cuando uno trastea por su cuarto palpando la oscuridad, está, ahora lo veo, acariciando a su mujer que duerme.

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Levantarse temprano y que la primera frase que acuda a tus labios sea: "¡Mañana será otro día!"



[continuará]

2 comentarios:

  1. Anónimo12:45 a. m.

    "Despertarse por la noche...." A partir de ese texto podría escribirse un gran poema de amor. Pero de pronto caigo en la cuenta: es que ese texto es ya un poema de amor. Cuantos poemas celebran el amor con la bestialidad ternísima que lo hacen esas líneas. Esas líneas me han conmovido, me han revelado mucho más que cientos de poemas de amor.
    JP

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  2. josemaria6:16 p. m.

    [aplausos]

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