jueves, 13 de diciembre de 2018
Villajoyosa
Como tenía prisa para no perder el tren, pero tampoco podía perderme el té, me lo he tomado de pie, como castigado frente a la pared. Han sido cuarenta años los que he vuelto al pasado. Estaba junto a la acuarela que Muñoz Barberán pintó del campo de mis abuelos en Villajoyosa. Se la dedicó a mi madre, poniendo “Para Carmencita” con una letra excelente e historiada. Es una hermosura.
Le hubiese hecho una foto para ponerla aquí, pero la luz de Cádiz llenaba el cristal de reflejos y no ha habido manera, además del asuntillo del tren. Pero entonces me he asustado de pensar que la luz del Puerto esté comiéndose la casa y el campo de Villajoyosa. Por la pintura, por supuesto, pero también por mi alma. Que esté olvidando aquella casa y poco a poco a mis abuelos y los días azules y ocres del verano levantino se vayan desvayendo en mi alma. Tengo que hacerle una buena foto al cuadro [y ponerla aquí]; y ojalá esta nota, a pesar de los reflejos, retenga algo de entonces y de mi emoción de ahora, nostálgica, sí, claro, pero también, si no no sería fiel a Villajoyosa y a mis abuelos, muy feliz y agradecida.
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