jueves, 28 de marzo de 2019

Bata


Cruzo por un barrio popular a media mañana. Al volver una esquina casi me doy de bruces con una señora que está en pijama, con una bata cruzada y en zapatillas. Pido disculpas y, cuando miro, es una chica de unos treinta años, muy guapa y sonriente. La desproporción entre su descuido indumentario y su brillo personal me deja felizmente descolocado. Por supuesto, se puede hacer sociología o imaginar que si sale a cenar con su marido ya se arreglará más o lo que sea. Pero yo me quedo en que todos tenemos que dar esa desproporción vistos a la distancia justa o por el lado interior. No vamos, no, a la altura de nuestra dignidad de hombres ni a nuestro valor espiritual. Quien más, quien menos, va en bata y zapatillas por la calle.


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