miércoles, 8 de julio de 2020

Repetición


La repetición como recurso poético cuya virtualidad se ve mucho mejor en la prosa diaria. 

Una repetición que encanta a los niños es que, cuando nos sentamos a almorzar, digo cada día: «¡Qué suerte: mi comida preferida!», sea lo que sea. No miento demasiado, porque, aunque no sea muy lógico, es lo que siento. A los niños (¡y a Leonor!) les hace tanta gracia que ay de mí como un día se me olvide.

Otra figura retórica de repetición en la que insisto: cada vez que entro en casa, me paro, contemplo la perspectiva del jardín, y digo: «Yo, con el confinamiento, me he enamorado de esta casa». Y Enrique se ha sumado al teatrillo y dice: «Vaya, no lo sabíamos»; y a todos nos hace gracia.

No todo es buen rollo. También mi hipocondría es muy repetitiva y han celebrado hasta con palmas cada vez que he dicho que me temía que ya había cogido el coronavirus y me ponía el termómetro. Me cruzaba en un pasillo con Carmen y me preguntaba: «¿Te has puesto el termómetro?» También insisto en mi vejez o en la posibilidad de una muerte repentina para la que quiero que estén preparados. Se mondan.

No sólo es la diversión: la comida es mejor, la casa más bonita, la rutina más lírica, los temores menos terribles.

La repetición retoca la realidad. Y previene con gran eficacia que nos quedemos sin conversación.



3 comentarios:

  1. El tema de la hipocondría se las trae. Hay docenas de chistes al respecto, sin ir más lejos. Uno que no está mal, el de la mujer que le dice a su marido: "Que ha dicho el médico que lo que a ti te pasa es que eres un hipocondríaco". Y él: "¿Ves? Y tú diciendo que no tenía nada".
    Pues eso.

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  2. Un gran hipocondriaco es el escritor Manuel hidalgo.. He leido varios articulos sobre el tema. Saludos don Enrique.. Juan viejo

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