miércoles, 26 de agosto de 2020

Jóvenes

 

Tengo la vanidosa y melancólica sensación de que mi generación era la última que iba a misa de diario en números considerables. En mi barrio, quiero decir. Puede ser una cuestión de demografía: que las familias hayan envejecido y que éramos el baby boom de España y de aquí. O puede ser también que yo me siga fijando prioritariamente en las personas de mi edad.

Con todo, hoy sí que me he fijado en la cantidad de jóvenes, y qué guapos y alegres. Luego, en la puerta, se han hecho una foto de grupo. Y ya no he podido evitar preguntar a quien hacía la foto (que era amiga mía) que quiénes eran.

Eran sus hijos y sus sobrinos y algunos amigos, que han ido hoy a misa en masa porque era el aniversario de la muerte de su padre. Oh. 

El poder de convocatoria de nuestros muertos y la alegría de recordarlos hay que tenerlo muy en cuenta, y a lo mejor se olvida un poco.



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