Serían buenos chicos y no tienen la culpa:
Lo malo es que entusiasmaban a las chicas que trabajaban en casa cuidándonos hasta la más absoluta locura. No hablaban de otra cosa. Cuando Luis Suárez me cuenta que el romancero tradicional se transmitía gracias a las tatas, muero de envidia. Rafael Alberti también reconoce su deuda de poesía popular con los dichos y los cantos de las personas que trabajaban en su casa. Charles Maurras le debía a su querida nodriza sus conocimientos del provenzal.
Yo no recuerdo ni una canción de Los Pecos, además.
¡Sublime!!!
ResponderEliminarAy, para una profesora de didáctica de la literatura este Post es oro molido
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