He decido levantar a mis hijos a lo bestia. Con un jarro de agua fría, siqiuera sea metafórico: «Arriba, gandules --he atronado a voz en grito-- que os espera un día horrible en que vais a tener que darlo todo, y sufriréis en el colegio, y sudaréis en el patio, y os sangrarán las rodillas, y tendréis que terminar los platos de verduras verdísimas que os pensamos poner para la cena y llegaréis derrengados a la cama, pero quizá con la satisfacción del deber cumplido a medias. Arriba de una vez, que tenéis que arrostrar lo peor, no seáis perezosos ni cobardes...»
Carmen se reía. Y Quique me ha preguntado: «¿De quién es el poema? ¡Qué bonito!» Así que el día espantoso ha empezado de maravilla, con dos rayos de lirismo puro y delicado.
Loquillo por la noche y los gandules por la mañana. Es que eres un alternativo. Esa canción estupenda yo la voy a leer estas mañanas, os encomendaré a vosotros y me lanzaré al día, sin miedo, como a una piscina helada.
ResponderEliminarLo mejor de estas líneas no es el verdadero discurso del dolor y de la valentía, sino la alegría legañosa, infantil, limpia, blanca, recién despertada entre las sábanas que disfruta el poema con su padre.
ResponderEliminarTu hijo tiene razón: ¡parece una de las muy líricas arengas del capitán Ahab a su tripulación en Moby Dick!
ResponderEliminarDarle las gracias por su blog. Y por susu libros.. Juan viejo
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