La crítica lo ha negado y sospecho que el propio Alberti lo intentó disimular, pero una lectura honesta no deja de ver en ese libro la vieja dialéctica jesuítica del pecado y la muerte del alma, de los poderes oscuros, de la perdición, de la nostalgia del paraíso perdido y la infancia angelical y buena… El libro narra una crisis espiritual bastante ordinaria y lo hace dentro de las coordenadas ortodoxas del catecismo del padre Ripalda o así. Y tampoco en su apuesta por la oscuridad venía a ser novedoso ni mucho menos: seguía el catecismo de Baudelaire.
Asumido este planteamiento, Sobre los ángeles es diáfano, y lo que pierde de halo de modernidad, lo gana en emoción. Hay algunos poemas y, sobre todo, muchos, muchísimos fragmentos que valen su peso en oro y compensan la necesaria paciencia que también hay que tener. Por ejemplo, éste:
"Gira deprisa el aire.
El mundo, con ser el mundo,
en la mano de una niña
cabe."
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