A veces la anécdota o la idea o las palabras que dan origen a un poema o a un artículo terminan por no salir a la superficie, o por pudor o por incapacidad de expresarlas bien o por la misma evolución del texto. ¿Cómo es posible —preguntará alguno— si el primer verso es el que dan los dioses? Cierto, pero de los dones de los dioses no hay por qué hacer alarde, o no se está a la altura. Cuenta González-Ruano que él siempre eliminaba el primer párrafo de sus artículos, que ya es sistematizar. En cualquier caso, lo importante no es lo que está dicho, sino lo que está. Y que puede estar entre líneas, como sombra, dando fuerza o gracia a lo explícito. He vuelto a pensar en todo esto porque en el artículo de hoy, al final, no entró la idea que lo inspiró, que no era mía, y que ojalá sí esté.
La idea nos la explicó la víctima del terrorismo con la que cenamos después de la concentración del 10 de junio. Él decía que, si pudiera, borraría el sintagma “la sinrazón del terrorismo”: los asesinos tenían muy bien previstas las consecuencias, las ventajas que sacarían de los crímenes; y si no tuvieron razones, ahora el Gobierno, al negociar, se las iba dando.
Hace años, en una cena en Málaga con Paz, García Baena, y otros, cuando el anfitrión, rosa y de la rosa, alabó "la transición sin traumas", salté y dije que eso se lo dijeran a las víctimas del estrago del Hipercor en Barcelona y que la realidad era que estábamos gobernados por los cómplices de los terroristas.
ResponderEliminarCierto: sin matices no hay verdad.
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