jueves, 24 de agosto de 2006

La sirena mutante

La casualidad (porque de alguna manera hay que llamarla) quiso que ayer, cuando habíamos entablado una amable discusión sobre las tentaciones, sus encantos y artimañas, me encontrase con este fragmento del Purgatorio en mi lectura diaria de la Commedia, que deja las cosas meridianamente claras y nos da la razón a todos por su orden. Dorothy L. Sayers en sus comentarios, siempre excelentes y divertidos, se entretiene en explicar la alegoría. A nosotros, después de la tertulia de ayer, no nos hace falta más preparación.

una mujer vi en sueños, balbuciente,
con ojos bizcos y con pies doblados,
con manos mancas y color muriente.

Yo la miraba; y, como confortados
al sol los miembros que la noche helaba,
así vi en poco tiempo enderezados
los suyos por mis ojos; y soltaba
la lengua, y su semblante desvaído
el tinte que el amor quiere tomaba.
Cuando el decir le fue restituido,
comenzó ella a cantar, y fuera pena
si de oírla me hubiera distraído.
"Soy", cantaba, "soy yo dulce sirena
que a los marinos en la mar desvío,
pues escucharme de placer les llena.
Dejar a Ulises hizo el canto mío
su vagar; y escasea quien rehúsa
frecuentarme y rendirse a mi albedrío".
Esta canción no daba por conclusa
cuando surgió una dama santa y presta
a mi lado, y quedó la otra confusa.
"Oh Virgilio, oh Virgilio, ¿quién es ésta?",
fieramente exclamaba, y él venía
con los ojos muy fijos en la honesta.
Cogió a la otra, y delante me la abría
rasgando sus vestidos hasta el vientre:
me despertó el hedor que de él salía.
Miré al maestro, que me hablaba entre
sonrisas: "Te llamé en tres ocasiones,
alza, que acaso la subida encuentre."
Me alcé; la luz henchía a borbotones [...]


[Son los versos 7 a 37 del canto XIX del Purgatorio. La traducción es una mezcla de la de Ángel Crespo y la de Abilio Echeverría, con algún ajuste mío.]

8 comentarios:

  1. Anónimo11:46 a. m.

    Pregunta: ¿De veras Ulises alteró su viaje por las sirenas o es que ésta, además de mutante, es mentirosa y se duele por la herida de su fracaso homérico?

    ResponderEliminar
  2. ¡A ver quién tiene los huevos de Virgilio para desenmascarar así a la tentación! ¡y Dante no lo pone en el Cielo! (menos mal que lo habrá puesto Dios, que es el que manda).

    ResponderEliminar
  3. Anónimo12:31 p. m.

    No sólo miente sino que además está suplantando a las sirenas de verdad. Las sirenas de Homero son seres mitológicos, compuestos de pájaro (no pez) y mujer. La sirena de Dante es una mujer deforme que aparece bella a los ojos del hombre. Según la edición de la B.A.C. de las obras completas de Dante, se trata de una alegoría de los bienes terrenales. Así que no sé por qué anda fardando de haber desviado a Ulises, cuando ni siquiera las sirenas de Homero lo hicieron. Claro que en "Io volsi Ulisse del suo cammin vago / al canto mio" podría interpretarse, sencillamente, que la sirena fue lo bastante atractiva como para que Ulises le hiciera una visita turística antes de proseguir su viaje.

    ResponderEliminar
  4. Eso mismo me preguntaba yo al leerlo...

    ResponderEliminar
  5. Además del contenido de esta entrada, el título me ha encantado; claro que tratándose de una sirena...

    ResponderEliminar
  6. Muy buena entrada.

    Se manifiesta aquí otro comentarista agradecido por la aclaración del resultado del encuentro de Ulises con las sirenas.

    Saludos.

    PD: las sirenas "de pez" son mucho más bellas que las "de ave", ¿no? Habían de cantar muy bien las de Ulises, ¡porque con esas patas!

    ResponderEliminar
  7. Qué bien que el cultísimo (o cultísima) hjalbero nos visite e ilustre. Gracias mil.
    Pero el comentario de J. I. me ha levantado otra pista. Es la presunta sirena la que se lo dice todo: "soy yo dulce sirena" nada menos ["io son dolce serena"]. Pero ni de pez ni de pájaro. Dante había hablado ya de sus pies: "e sovra i piè distorta".

    ResponderEliminar
  8. Olvidaba decir que estoy completamente de acuerdo (esta vez) con el buen Beades: ¡Gloria a Virgilio!

    ResponderEliminar