¡Ay!, si fuera fácilNo había llegado aún al “pero más despacio”, cuando mi memoria, terca como un mulo, insistía en replicarme, incansable, con esta otra canción rosaliana:
desempalabrarnos
y vivir como viven los niños,
pero más despacio.
Y lo hacía para recordarme que yo, como el mismo Rosales, ya me había decidido por las palabras, y que —por mucho que un fin de semana de ausencia no deje de ser saludable— mi sitio es éste.DECÍDETE, SI NO QUIERES EQUIVOCARTE
Sólo sabrás lo que quieres,
corazón,
sólo sabrás lo que quieres,
después de hacer tu elección.
Por suerte para nosotros!
ResponderEliminarAcaba de ponerse en contacto conmigo una lectora de mi blogg (que no es tu mujer), con sed de lecturas poéticas. Admira a DÓrs y a Rosales, (no va mal, en?), y le he propuesto tu antología. Qué bien que vuelvas.
ResponderEliminarY ¡qué bueno que te haya durado poco el "desempalabramiento", Enrique! Lo justo para mirar con nostalgia y anhelar de nuevo los sabores y sinsabores de tu elección y, tal vez, para amarla todavía un poquito más, como Rosales y muchos de nosotros.
ResponderEliminarCorta ausencia pero larga espera. La segunda canción rosaliana me llega como un oráculo. Me la he cantado hasta elegir... ¡y es verdad!
ResponderEliminarMuchas gracias a todos. Me alegra especialmente, Carlos,el oráculo rosaliano, porque para mí, también lo es. La poesía tiene eso. Abrazos y suerte con la elección.
ResponderEliminarLa lectora del blog de Adaldrida tiene la sensación de haber llegado a su patria después de un largo exilio.
ResponderEliminarEn cada apunte vuestro he reconocido voces e imágenes que llevaban demasiado tiempo
guardadas.
Tengo que deciros que desde que leo vuestros blogs padezco una mezcla de gozo íntimo y euforia adolescente impropio de mi edad, una especie de hormigueo como de primavera inminente.
Gracias. Hacía muchos años que no compartía con nadie mi admiración por escritores como Rosales, d'Ors, Claudio Rodríguez, Rilke, Lewis...
No entiendo cómo he tardado tanto en descubriros estando, además, por estas latitudes.
No pasa día sin que me acuerde del gran Luis Rosales-
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