Yo rozaréY es que rozarlas basta; aunque no sabría decir por qué. La poesía es, como enseña Andrés Trapiello, una verdad indemostrable. [Y de muy difícil traducción]
un momento las flores,
mas sin cortarlas.
martes, 20 de febrero de 2007
La solución (revisitada)
Dando vueltas a las dudas de Naojo ante la violeta, encontré un haiku de Millay [“I will touch / A hundred flowers / And pick no one”] que parecía ser una solución sensata y sensual. Rápidamente lo traduje y lo colgué aquí; pero sucesivos y amables comentarios me han ido demostrando a lo largo de la mañana que lo que yo creía que era una traducción era una versión que era, finalmente, un haiku propio, inspirado en el de Millay. El mío sólo habla de flores y de un gesto simple que consuela, sin metáforas ni bravatas:
Pues yo creo que ese Millay es un poco picaflores. La cuestión es si "no coge" ninguna o si "no escoge" ninguna. O sea: si es que no quiere cortar, por amor a la mismidad de las florecillas, o es que no se decide porque las quiere todas. Entonces quedaría tal que así:
ResponderEliminarQuiero aspirar
un centenar de flores,
ninguna escojo.
Para eso me cae mejor nuestra jardinera. Esa que riega sus lindas flores en el jardín del amor, de las flores que tú riegas dime cuál es la mejor.
¡Muy perspicaz, C. B.! Yo venía tan absorto por el haiku de Naojo que le he dado una interpretación literal, para la cual me he descartado del "centenar", que me pareció excesivo. En tu exacta versión, que apuesta por el donjuanismo de Millay, has hecho muy bien en resaltar los números. Es muy posible que sea más ajustada la tuya, sobre todo porque el tipo no es japonés y puede estar haciendo una vieja metáfora con las flores en vez de disfrutándolas en sí mismas. Con todo, si fuese cierta mi interpretación, sería más haiku, ¿no? Y más bonito también.
ResponderEliminarSí, más japonés y mucho más bonito. Y es que afortunadamente no todos los traduttore son traditori, a veces al contrario: tu interpretación devuelve al haiku su espíritu contemplativo y lo libra de cientos de frivolidad.
ResponderEliminar¡Ah, y gracias por el cumplido! Debe ser la lectura de Ibáñez Langlois, que despeja mucho. Gracias.
¿Y así?
ResponderEliminarYo rozaré
de las flores un ciento:
mía ninguna.
Pero es que "no one" es "nadie". ("Ninguna" sería "none".) ¿De qué estamos hablando, pues?
ResponderEliminarPues de que vaya un lío con el Millay. Y de que mucho mejor el inspirado (más bien provocado), con la delicadeza de ese "un momento", que es como el "ay" de la violeta. Me recuerda además, por lo del rozar y las flores será, la maravilla del Salmo 103.
ResponderEliminarLo primero que pensé fue eso que dijo c.b., y te iba a comentar: "¡Qué Don Juan ese Millay!"
ResponderEliminar(Llego tarde ultimamente a los blogs del viejo continente porque durante el día no tengo acceso a bloglines, blogger y otras páginas).
Por cierto, efectivamente me sirvió la entrada de hoy para los problemas de ayer. Gracias.
Vale, pero me parece, me parece, que Edna St.Vincent Millay era una dama.
ResponderEliminarDama y don Juan.
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