Con los buenos propósitos la maniobra más delicada es el aterrizaje. Mientras flotan, etéreos, no hay grandes problemas y el panorama desde la ventanilla es embriagador..., pero cuidado: al tomar tierra, el impacto es tan fuerte que a menudo se quedan empotrados en el gris asfalto como calcamonías de colores, destiñéndose poco a poco. El que dijo que el infierno estaba empedrado de buenas intenciones pensaba en esto precisamente, con su pizca de exageración. Hoy, como es lunes, podríamos hablar de alunizaje forzoso por darle un toque de exotismo.
En todo caso, abróchense los cinturones.
Pienso que no se puede medir la "calidad" o "eficacia" de unos ejercicios espirituales -o retiro- por el cumplimiento de los propósitos que se han hecho en ese tiempo. Los frutos son diferentes de los que nos creemos. Por sí mismo, haber podido hacer oración reposada, sin teléfonos ni portatil ni gritos ni estrés, con tiempo; haber podido disfrutar, saborear, la liturgia. Haber podido respirar, junto a Dios (es decir, como siempre, pero con consciencia), ya es por sí mismo un fruto, que se multiplicará después -pero no sabemos cómo, no depende de si luego hacemos tal o cual mortificación u oración o mejora visible.
ResponderEliminarEn virtud a la comunión de los santos, quizá sea yo quien note tu retiro, así, como un impulso súbito. Bienvenido al Gran Ruido.
En tu caso el alunizaje es también «alumnizaje»... Mucho ánimo.
ResponderEliminarYo tengo también hoy mi propio alunizaje... Del teatro al teatro. La vida es un carnaval.
ResponderEliminarAsí da gusto bajar por la escalerilla a pesar del zumbido en los oídos. Qué bonitas bienvenidas. Gracias por acercaros al aeropuerto.
ResponderEliminarCalcamonía: muy bonita palabra; la gente la ha pulido, porque el original, 'calcomanía' (literalmente 'locura por el bronce', aunque creo que la
ResponderEliminarpalabra la harían a partir de calcografía ('literalmente 'dibujo de bronce', pero entendida como 'grabado' y de ahí calco-manía).
En resumen: alguien fue un pedante y el pueblo soberano borró el engendro para crear una palabra muy hermosa, supongo que pensando en la palabra 'calcar', que es lo que decíamos que había que hacer cuando te ponías una calcamonía en el brazo. Y como nosotros de pequeños, antes de convertirnos en pedantes, decíamos calcamonía, no es lícito ya cambiar la palabra.
Y Beades que habla como un padre de la Iglesia, muy bien.
Por eso los propósitos deben ser pequeñitos, como de niño, para que la bofetada sea suave.
ResponderEliminarNo te acostumbres muscho ar suelo, unos cuantos pasos firmes y un saltito: otra vez a flotar. Que para eso estamos en la luna. ¡Bienvenido, Houston!
ResponderEliminarYa sabes lo que decía el diablo a su sobrino: "Nuestra tarea consiste en alejarles de lo eterno y del presente". Con el grado de consciencia que tú tienes, ya estás fuera de su alcance. Pasito a paso.
ResponderEliminarPues eso, que bienvenido y que te fijes en lo que te dice hoy San Pablo, que de aterrizajes sabe mucho: que te apoyes en la esperanza al echar el pie a tierra y creas contra toda esperanza.
ResponderEliminarPD. Por cierto, llevo todo el día perpleja con ese asunto del género imaginado. Un poco mosca, para qué negarlo. Sí que es curioso. No sé si debo preocuparme.
No, no tienes que preocuparte.
ResponderEliminarLa serie lunario está quedando muy buena. Y como etiquetaste todas se me actualizaron todas juntas en el google reader y las pude releer como en un libro.
ResponderEliminarSaludos.
Volviendo a C.B., después de darle algunas vueltas, ya tengo claras las razones de mi equivocación, quitando desde luego mi mala memoria para las iniciales. Son curiosas y tienen su gracia, pero un poco largas de explicar. Ninguna para preocupar, por lo menos a ti.
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