Me acordé de pronto de este verso leonino que otrora fue adagio: "Mira a san Cristóbal y después vete tranquilo". Se creía en la Edad Media que no podía ocurrirle nada malo, durante el día, a aquel que hubiera visto, durante la mañana, una imagen de san Cristóbal. Esto sucedía por causas profundas que el debilitamiento de la Razón no permite comprender.Con la razón lo que sí puede comprenderse es que cualquier cosa que nos ocurra durante el día, aunque nos pese mucho y quizá más por eso, será el Niño que cargamos sobre nuestros hombros combinado con la fuerza de la gravedad. O sea, que nada malo nos ocurre, sino todo lo contrario, mientras andamos, un paso tras otro, esforzadamente hacia la otra orilla.
Y si san Cristóbal nos quiere amparar de otro modo, así como de paso, pues bienvenido sea.
Magnífico camino de los atlantes y cariátides a san Cristóbal, y la explicación de por qué había siempre en las catedrales una imagen suya gigante junto a la puerta de la calle.
ResponderEliminarMe estoy acordando mucho de Bloy con las noticias sobre la misa de Trento.
En efecto, como proclama San Pablo: Omnia in bonum!, que, más o menos se traduce -que me corrija Arp-, como "Todas las cosas suceden para el bien de los que aman a Dios". Desde luego, el cristianismo no quita los problemas -esto también lo dijo d'Ors en su intervención: "¡a ver qué se han creído!"-, pero sí los sitúa en su justo horizonte.
ResponderEliminarYo a San Cristóbal y San Rafael les rezo en los viajes, y también si vas en el coche de Dal resulta muy conveniente...
¡Claro que sí!
ResponderEliminar"y quizá más por eso". Muchas gracias. Y mira que lo de la Cariátide me gustaba, pero no hay color.
ResponderEliminarMe alegro que te guste, CB: más que nada, para que no tengas cargos de conciencia. La culpa de esta entrada es a medias de Bloy y a medias de tu comentario de ayer, obviamente.
ResponderEliminarVaya, Verónica, no sabía yo ese peligro del coche de Dal, en el que hasta ahora me montaba tan tranquilo, sin oraciones especiales, embebido en la conversa... Gracias por el aviso. Lo tendré en cuenta.
Qué curioso, Arp. Yo de quien me acordaba mucho por lo mismo era de Evelyn Waugh.
(...) Una imagen santa no debe servir solamente para avivar nuestro recuerdo. Por lo menos las imágenes de Cristo, de María o de alguna figura relevante de la historia de la salvación tienen una función superior. No queremos aquí dejarnos llevar por nuestra fantasía, pero estas imágenes son "algo más" que una mera señal o indicación. Con esto queremos referirnos a su auténtica influencia -solicitando, amonestando, dirigiendo- en la vida de la familia.
ResponderEliminarRomano Guardini en "Introducción a la vida de oración" (y refiriendo a "La imagen para el culto y para la devoción particular").
"Omnia cooperantur in bonum diligentibus Deus" (Rm 8, 28), Verónica.
ResponderEliminarY mi conducción es diligente, Enrique, lo que pasa es que Verónica, con el entusiasmo del recuerdo d'orsiano, se olvida de atarse el cinturón, y su grácil figura cede en las curvas mientras lee a Mesanza. Carmen, Alberto y otros dos amigos iban tan tranquilos, lo que demuestra que Verónica ha nacido para chófer (perdón, mecánico) sesentón con gorra de plato y que se llame Bautista.
Caricaturizas la situación, querido Dal. En efecto, íbamos leyendo a JMM, pero la fuerza centrífuga (¿o es centrípeta?) hacía que mi cuerpo (no sé si grácil) fuera dando tumbos por el sillón de atrás. Por cierto que Alberto no se desprendió del asidero (como tu abuela) en todo el camino, sólo que es más educado que yo y no dijo nada... Sabes que por una vez no caigo en la hipérbole.
ResponderEliminarTe queremos igual, no te preocupes.