lunes, 13 de agosto de 2007

La mujer lo mejor

No es la mala conciencia de que Leonor haya empezado a trabajar hoy de nuevo, o sólo un poco. El caso es que Jeanne, la mujer de Léon Bloy, también se echa sobre los hombros el trabajo de sus Diarios. Sus aportaciones, como avisó Baltanás, se cuentan entre lo mejor del libro. Al esposo hay que reconocerle, no obstante, el mérito no menor de haber estado tan atento durante tantos años; y de haber seleccionado para nosotros algunas frases de su señora.

30 de junio de 1894.- El tiempo es la Encarnación de la Eternidad. Idea de Jeanne.
*
3 de septiembre de 1894.- Jeanne me dice: Cuando te vas de este mundo nunca estás solo. Estás solo cuando el mundo te abandona.
*
3 de noviembre de 1900.- Los protestantes aconsejan siempre el paseo. Andar para no ir a ninguna parte, tal es, en realidad, el protestantismo. (Jeanne)
*
17 de noviembre de 1901.- A propósito de los automóviles y los trenes eléctricos, Jeanne me hace notar que las invenciones modernas tienden cada vez más a dar a los hombres los medios para huir.
*
29 de octubre de 1902.- Léon Bloy permanece. Se le ha querido matar con el silencio, el arma más cobarde y más mortífera contra un escritor. [De una reseña que ella escribe a Exégesis de los lugares comunes]
*
24 de febrero de 1903.- Martes de Carnaval, Jeanne, al regresar de la iglesia: "Recordándole a Jesús nuestra extrema indigencia, le decía: 'Dadme lo que hay en vuestra Mano, abrid vuestra Mano', Entonces, ha abierto su MANO y he visto que estaba perforada".
No he visto nada más bello en ningún escritor místico.
*
20 de junio de 1905.- De Jeanne: "El Espíritu de Léon Bloy es como una catedral en la que el Santo Sacramento estuviese siempre expuesto".
*
23 de agosto de 1905.- —Tú escribes interiormente para Dios —me ha dicho Jeanne—, y eso basta. Es lo que quiere. Los libros que no habrás podido escribir para los hombres serán leídos en la vida eterna.
*
31 de diciembre de 1915.- Si dejase de sufrir, me parecería que vivo en una casa sin techo. (Jeanne)
*
9 de febrero de 1916.- Palabras de mi mujer: "Nada pesa tanto como la nada".

16 comentarios:

  1. Es genial la teoría de los protestantes y el paseo.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo2:01 p. m.

    Desde luego, hay que reconocer siempre la inmensa deuda que tiene el hombre con la mujer, desde el nacimiento a la muerte. Y que hay grandes mujeres, empezando por la de Bloy y la tuya. Realmente, la mujer es como un ángel con pimienta, mucho más aguso que nuestra muchas veces torpe cultura libresca, que introduce un cambio cualitativo en nuestra vida. ¿Nadie ha pensado nunca que una buena amiga vale casi por cinco buenos amigos? (es un decir, ya sé que aquí no entran las cuentas)

    ResponderEliminar
  3. Ejercitandome en la elección de una, me quedo con la primera. (Todo muy bueno).

    ResponderEliminar
  4. Me consuela ver que a Emilio Quintana también le parece un bluff Jünger. Leyendo estos textos, el gigante es Bloy (y su mujer) y Jünger un enano un poco repelente.

    ResponderEliminar
  5. ¿Bluff? Uff, Radiaciones está muy bien, qué queréis que os diga. Seguiré avanzando por las obras de Jünger y si veo el bluff vendré aquí a darme golpes de pecho...

    ResponderEliminar
  6. Anónimo10:45 p. m.

    Soy un poco protestante...

    ResponderEliminar
  7. ¿Que Jünger es un bluff? Radiaciones vale su peso en oro -y pesan mucho los dos tomos, oiga-. Afirmaciones así, tan categóricas, sobre un gigante del siglo XX como Jünger, desconciertan un poco, así, de sopetón.

    La de la mano perforada, tremenda. Y la última de la nada, muy buena.

    ResponderEliminar
  8. Anónimo11:31 p. m.

    A mí Jünger me parece muy útil, quizás no es una persona con la que sea fácil simpatizar, pero sus ensayos y sus novelas me resultan esclarecedores.

    ResponderEliminar
  9. Anónimo11:37 p. m.

    No he leído a Jünger más que en selecciones de barbería, así que no me atrevo a decir que sea un bluff, pero sí que me resulta antipático, petulante y, en la línea de lo que dice Jeanne, un paseante ocurrente que no va a ninguna parte (pero éste en sus teorías, CRM, no en los paseos).
    Sus observaciones sobre la "desviación española" (un catolicismo inmisericorde, que también atribuye a Bloy) y la "desviación germánica" (un catolicismo tendente al panteísmo) son así: ocurrentes pero fuleras. Es tramposa su elección de la Inquisición y de Silesius para hacerlos representativos de la catolicidad de sus respectivas naciones. ¿Por qué no San Juan de la Cruz y Anna Catherina Emmerich? Seguramente son bastante más representativos, pero se quedaría sin su pretendida y artificial oposición y, sobre todo, sin frase brillante.

    Mejor es dejar que le responda Bloy:
    "La Fe está tan muerta que nos preguntamos si alguna vez habrá existido; y lo que hoy lleva su nombre es tan estúpido o hediondo que el sepulcro parece preferible. Por lo que a la Razón se refiere, se ha empobrecido tanto que mendiga en todos los caminos, y tan hambrienta que intenta saciarse con la basura de la filosofía alemana. Entonces sólo queda el desprecio, único refugio de algunas almas superiores que la democracia no ha podido amalgamar."

    ResponderEliminar
  10. No es preguiça por lo que no entro al trapo jungueriano, que conste. Es que hasta ahora sólo he leído los dos tomos de Radiaciones. Pero voy a seguir. Sólo un aviso: cuando Jünger habla de la desviación 'española' de Bloy, está en realidad defendiéndolo de la acusación que le ha hecho no sé quién de hombre exageradísimo. Y la verdad es que, con toda mi simpatía por Bloy, hay que reconocer que el hombre exageraba. Quizá el gran fallo de Jünger sea tropezar con el tópico de la Inquisición en su alegato. La Inquisición no habría aplaudido mucho a Léon Bloy, por otra parte.

    ResponderEliminar
  11. Y lo de los paseos tiene mucho interés, porque ahora, quien más, quien menos, todos paseamos, incluso los católicos a machamartillo como el menda. Habría que rastrear quien (amén de los consejos médicos e higiénicos) nos sacó de paseo: Unamuno, Machado, más allá los de la Institución Libre de Enseñanza...
    [Propósito personal: que cada paseo sea una peregrinación o una romería. Ea.]

    ResponderEliminar
  12. Anónimo9:39 a. m.

    Bueno, Jünger es un personaje controvertido pero las armas habituales que se emplean contra él no me interesan. Radiaciones son, en mi opinión, los grandes diarios del siglo XX. No tengo dudas. Luego tuvo una deriva, de tipo intelectual, que me interesa menos, un acercamiento a la cultura astrológica y una especie de platonismo extremo de corte mitológico -convierte las figuras míticas en ideas platónicas- que personalmente me son lejanas y ese cierto hermetismo me aburre.

    De Jünger, leería sobre todo Radiaciones, su ensayo La emboscadura, La tijera y su novela de pensamiento Eumeswil. De sus tres grandes figuras: El trabajador, el emboscado y el Anarca, tendrás acceso a los dos últimos. El conjunto de su obra te da acceso a la primera figura.

    En Radiaciones se pone de manifiesto una gran sabiduría sobre el mundo y sobre el hombre. Las armas al uso son tonterías. Gente que habla de oídas - qué vicio tan espantoso.

    ResponderEliminar
  13. Me metí con los mexicanos y como castigo me leí varias antologías, que confirmaron lo que me temía.
    Ahora me he metido con Jünger, del que sólo había leído la mitad de Tempestades de acero (no pude acabarlo, era demasiado repetitivo y demasiado minucioso) y como he ido a la Biblioteca Pública para coger un libro de Bobin (El bajísimo), me he cargado con el primer volumen de Radiaciones; luego vi que estaba Los caballeros del punto fijo, de Trapiello, un volumen que le dejé a un amigo y que no volví a ver y también lo cogí.
    Bueno, he leído el prólogo de Jünger y en la segunda página ya me aburría, así que lo he abandonado por ahora por Trapiello. Prometo seguir leyendo, aunque sólo sea por penitencia.

    ResponderEliminar
  14. Hombre, Arp, no sufras. Colgaré una selección de barbería pasado mañana y al otro, a ver si te convencen.

    ResponderEliminar
  15. Ya has ido poniendo bastantes citas muy citables de Leonor. Parece que ahora te comprometes a compilarla, como Bloy... Muy bien, y muy bien ese feminismo, como de escritor posmoderno; aunque sospecho lo tuyo es más auténtico.

    ResponderEliminar
  16. Anónimo12:37 a. m.

    el peso de la nada es la abulia
    y la abulia es la falta de aire
    y la falta de aire pesa tanto que no te deja respirar.
    Silogismos baratos para abundar en los juicios de una mujer sabia.

    ResponderEliminar