Parecía una diligencia: el tren iba lentísimo. Igual que antiguamente se acababa el agua de las cantimploras, empezaron a agotarse las baterías de los móviles y los portátiles. Se acabó también la película que echaban:
El diablo se viste de Prada. Y entonces, como por ensalmo, ocurrió una cosa rarísima: los pasajeros empezaron a hablar unos con otros.
¿Viajaba Pepín en el tren?
ResponderEliminarM., B. ya se desplazará volando.
*-(Que tortura de película)
Qué suerte la tuya. Como los trenes de antes. Creo que el último que viví asi fue en Italia este verano. Eso es viaje.
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