Como cuento en
el artículo, tenía mis razones para dar cera a los niños. Y otra que me callo: el diputado de tramo amenazaba con echarnos de la procesión si no nos reportábamos. Yo andaba tan cansado (tan mayor, ay) que pensaba: "Eso, a ver si...", y seguía en mis trece.
No quiero parecer un untuoso elogiador, pero, siendo "Más cera que la que arde" el segundo artículo tuyo que leo, debo decirte que escribes de santísima madre. ¡Qué columna tan, tan, tan inspirada! Que la cera no deje de alumbrarte, Enrique.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por la imagen de los niños pidiendo cera a los monstruos con capucha y gafas, es casi la escena de Frankenstein y la niña.
ResponderEliminarA nosotros nos gustaba de pequeños echarnos cera en las manos, cuando los apagones del franquismo y la Santa Transición.
No se me ocurre nada mejor que desearte. Me uno a Susoares.
ResponderEliminarJoe...he aquí plasmada una de mis (muchas) envidias hacia vuestra tierra, que lo es de mi abuelo y de su bisnieto y me enorgullece vía parentesco. ¡Esta tradición de VIVIR la Semana Santa! Y digo vivir, no "ver", ni "ir", que no es lo mismo.
ResponderEliminarLo tuyo es mucho, EGM.
No quiero ser pelota ... (con tener su forma me sobra, jajajaa)...pero que sepas que tu pluma (fondo y forma) suma enteros en el IBEX de mi parquét de envidias literatas. Y ahí... ¡no tengo parentesco del que poder tirar!
GRACIAS por este tan enrique-cedor articulo.
Y qué bendición que no lloviera, no?
LFP
De antología.
ResponderEliminarEl último párrafo del artículo me ha emocionado a la manera de Chesterton: por lo que dice y por cómo lo dice, en una unión inseparable.
ResponderEliminarMe has hecho reír y llorar a la vez. Mis padres han impreso o imprimido tu coluna para entregársela a familiares etc... porque vale un quintal de oro.
ResponderEliminarLa verdad es que el artículo es genial. Y yo, al igual que anónimo, estoy cada día más sorprendido de cómo viven Uds. la Semana Santa (y toda su religiosidad). Si nosotros venimos de allá, ¿dónde perdimos todo eso?
ResponderEliminarSaludos.
En dos minutos, de la risa a la emoción más honda.
ResponderEliminarUna vela encendida representa una vida como la tuya, particularmente luminosa.
Este año, más que en mantos-palios-cruces-oros me he fijado en los ojos de los nazarenos; es otra forma de pedir cera. Me hubiera gustado buscar los tuyos.
ResponderEliminarCreía que era yo el que daba, pero veo que soy el que recibo. Muchísimas gracias a todos.
ResponderEliminarSencillamente genial ese paso de lo palpable a lo intangible. Así que estabas experimentando una escena mágica con los niños y la casi metafísica de "la Luz" y a la vez deseandoo que te castigaran para irte a casa. La vida misma.
ResponderEliminarUn abrazo
Queridisimo Hermano,
ResponderEliminarQuè justa es la vida,que ella sola se equilibra!
En este articulo se nota que la vision de las cosas que a mi me falta a ti te sobra.Has clavado la noche del Domingo de Ramos en este articulo ...enhorabuena .
me ha encantado.
un abrazo y ya te verè.